Esos días en que caían las primeras nieves, yo me sentaba en la acera de casa con la dificultad de volver a acostumbrarme a llevar capas y capas de ropa. La bufanda gastada, ya casi sin color de tantos inviernos como había visto, apestaba a bolitas de alcanfor y humedad, los guantes comenzaban a quedárseme algo pequeños y cómo me quedase el pelo tras quitarme el gorro con orejeras de todos los inviernos, me preocupaba por primera vez.
Siempre me había gustado el frío: Cuando llegaba a casa después de clase, un delicioso olor proveniente de la cocina llenaba la casa y en la chimenea ardía un perfecto fuego que chisporroteaba dándome la bienvenida. De vez en cuando Liosha y su padre venían a almorzar y a hacernos compañía. El ambiente siempre era cálido y risueño, y algo flotaba en el aire que Lio y yo no llegábamos a comprender pero que no nos hacía siquiera falta, pues nos envolvía con una sensación familiar y acogedora. A veces, incluso, Vladimir, el padre de Lio, ponía el tocadiscos y sacaba a bailar a mamá mientras nosotros dos les mirábamos con el corazón henchido de felicidad.
Pero ese invierno no. Yo había elegido a Dimitri sin tener en cuenta cómo cambiarían las cosas y el daño que eso iba a hacerle a Lio. No es que no fuese a elegirle sólo para que todo siguiese igual, como un cuadro en la pared que nunca cambia; le habría elegido igualmente, es sólo que no hice las cosas bien y causé más dolor del que debería. Destrocé mi rutina, y lo que es peor, los pequeños momentos felices de mi madre. Ese invierno lo pasé sentada en la acera, debatiéndome si entrar en casa o quedarme fuera y, cuando me decidía a entrar y abría la puerta, ningún olor delicioso provenía de ninguna parte; ningún fuego encendido me recibía al llegar.
Nada. Sólo frío, escarcha en las ventanas y una nota en la cocina. ''Tienes la comida en la nevera. Caliéntala al microondas y listo''.
Intenté arreglar la situación, juro que lo intenté, pero Lio no cogía mis llamadas; las cosas entre nosotros habían acabado muy mal. Rompí promesas y corazones y me llevé por delante mis maravillosos inviernos, que se tornaron lúgubres y eternos.
Y me encontré sola. Por primera vez, sola, y sentí, por primera vez, verdaderamente frío.
Siempre me había gustado el frío: Cuando llegaba a casa después de clase, un delicioso olor proveniente de la cocina llenaba la casa y en la chimenea ardía un perfecto fuego que chisporroteaba dándome la bienvenida. De vez en cuando Liosha y su padre venían a almorzar y a hacernos compañía. El ambiente siempre era cálido y risueño, y algo flotaba en el aire que Lio y yo no llegábamos a comprender pero que no nos hacía siquiera falta, pues nos envolvía con una sensación familiar y acogedora. A veces, incluso, Vladimir, el padre de Lio, ponía el tocadiscos y sacaba a bailar a mamá mientras nosotros dos les mirábamos con el corazón henchido de felicidad.
Pero ese invierno no. Yo había elegido a Dimitri sin tener en cuenta cómo cambiarían las cosas y el daño que eso iba a hacerle a Lio. No es que no fuese a elegirle sólo para que todo siguiese igual, como un cuadro en la pared que nunca cambia; le habría elegido igualmente, es sólo que no hice las cosas bien y causé más dolor del que debería. Destrocé mi rutina, y lo que es peor, los pequeños momentos felices de mi madre. Ese invierno lo pasé sentada en la acera, debatiéndome si entrar en casa o quedarme fuera y, cuando me decidía a entrar y abría la puerta, ningún olor delicioso provenía de ninguna parte; ningún fuego encendido me recibía al llegar.
Nada. Sólo frío, escarcha en las ventanas y una nota en la cocina. ''Tienes la comida en la nevera. Caliéntala al microondas y listo''.
Intenté arreglar la situación, juro que lo intenté, pero Lio no cogía mis llamadas; las cosas entre nosotros habían acabado muy mal. Rompí promesas y corazones y me llevé por delante mis maravillosos inviernos, que se tornaron lúgubres y eternos.
Y me encontré sola. Por primera vez, sola, y sentí, por primera vez, verdaderamente frío.
Aighs, jo, qué penita... :(
ResponderEliminarLa verdad es que no conocía nada de ella, pero ahora me compadezco, sinceramente. Me habría quedado a comer con ella ò__ó JO, y a recibirla con la cocina llena de olores distintos.
Me ha encantado lo de: "Rompí promesas y corazones y me llevé por delante mis maravillosos inviernos, que se tornaron lúgubres y eternos."
<3 escribes bien, nena :)
Jajaja ahí con una mesa llena de comida a punta pala, en plan ''ahora vas a comértelo TODO, por quejarte, cerda'' xDD
ResponderEliminarOh, gracias, tiendo a rimar cosas cuando me pongo dramática xDD
Muchas gracias, que me lo digas tú, me sube el ego cosa mala, baby e//ê ♥