domingo, 11 de agosto de 2013

Scene 20: Pijama

 Me desperté con unos fuertes golpes de nudillos. Me levanté despacio y abrí la puerta. Una eufórica mata de pelo entró casi volando en la habitación.

 - ¡Tienes mayordomo! ¿Por qué no me dijiste que tienes mayordomo? -

 Aún estaba en el país de los sueños y no distinguía dónde estaba ni quién era yo. Me froté los ojos y bostecé, lo cual sirvió como señal de que no tenía capacidad para contestar a preguntas que requiriesen una respuesta de más de una sílaba.
 Se me quedó mirando con esos ojos grandes suyos, examinando mi pantalón de pijama y mi torso desnudo. Casi diría que se sonrojó. Bajó la mirada y el tono de voz.

 - Erm... Siento si he venido en un mal momento. Quería pedirte perdón por largarme como lo hice el otro día. No estuvo bien. -

 - ¿Has venido sólo por eso? -

 - No. Quería saber qué era eso en lo que necesitabas ayuda. -

 Suspiré. ¡Sí, joder! Ya pensaba que había perdido toda posibilidad de resolver toda éste puto sinsentido.

 - Pasa, ponte cómoda. Está algo desordenado pero...

 - ¿Algo desordenado? Mi cesta de la ropa sucia está más ordenada que ésto. ¿Qué digo? Mi cesta de la ropa sucia huele mejor que ésto. -

 - Se me olvidaba que eres una maldita pija repipi... -

 - Se me olvidaba que eres un impertinente. -

 Quité un par de vaqueros del sofá y se sentó.
 Nos quedamos en silencio. Ella examinando la habitación con la mirada y yo tratando de poner las ideas en su sitio. Aún no me había espabilado del todo.

 - ¿Sabes? Mi hermano pequeño dice que sueña contigo. Que habla contigo. Lógicamente le he dicho que sólo es un sueño, pero se empeña en que es real. - Entrecerró los ojos y la voz se le tornó dulce.

 - ¿Cómo me conoce tu hermano? -

 - Nos vio juntos el otro día camino del restaurante. Me dijo que te conocía. Que hablábais en sus sueños. -

 - Así que no me equivocaba... - Dije en voz baja, casi para mí.

 - ¿Perdona? -

 Un escalofrío me recorrió la espalda. No sabía si de alivio o de miedo.
 Suspiré, me senté en el suelo con las piernas cruzadas y coloque mis manos sobre sus rodillas. La miré intensamente a los ojos. Me devolvió una mirada llena de preguntas e intriga.

 - ¿Has venido aquí directamente desde casa? -

 - Sí. ¿Por q... ? -

 - ¿Dónde estaba tu hermano cuando has salido por la puerta? -

 - Durmiendo... Oye, ¿no insinuarás que... ? -

 - ¿Y si te dijera que lo que Erico te ha contado no es ninguna tontería?

2 comentarios: